José de Espronceda: el romántico rebelde, el rebelde romántico


Retrato de José de Espronceda
realizado por Antonio María Esquivel

"Yo quiero amor, quiero gloria,
quiero un deleite divino,
como en mi mente imagino,
como en el mundo no hay;
y es la luz de aquel lucero
que engañó mi fantasía,
fuego fatuo, falso guía
que errante y ciego me tray."

Los románticos concebían la literatura como la expresión más libre y auténtica de los sentimientos personales, de ahí que todos los autores se reflejen muy fielmente en sus obras. Y así, Espronceda, que cantó a personajes individualistas, inconformistas y rebeldes como el pirata, el cosaco o el reo muerte, y se rebeló contra el mundo en la protesta airada de El diablo mundo, y cantó a elevados ideales representados por el sol en su Himno al sol, llevó una vida agitada y apasionada marcada por dos motivos tremendamente románticos: el amor (apasionado, tormentoso y con mucho de clandestino), y la lucha por unas ideas liberales progresistas y radicales, que le provocaron persecuciones, clandestinidad y destierros, y que defendió con las armas, la política y la palabra hasta que murió, joven, como casi todos los grandes románticos.

José de Espronceda nació un 25 de marzo (como yo), en 1808 (el mismo año de la invasión napoleónica de la península), en Almendralejo (Badajoz) y en el seno de una familia de raigambre militar. Sus padres le pusieron el larguísimo nombre de José Ignacio Javier Oriol Encarnación, y con ellos se pasó los primeros años de su vida viajando por España, azuzados por la inestabilidad de la situación de guerra. En Madrid, estudió en la escuela regentada por uno de los principales prerrománticos, Alberto Lista y ya con quince años empezó su gusto por la lucha activa contra el poder que él consideraba injusto, incluso desde la clandestinidad, ya que entró a formar parte de una sociedad secreta liberal, "Los Numantinos", que conspiraba contra el férreo absolutismo y la represión impuesta por Fernando VII. Esto le supondrá, al ser descubierto, su primer destierro de Madrid en un convento de Guadalajara.. 

Con dieciocho años, llevado por sus ansias "de ver mundo" y tal vez por sentirse vigilado en España, se va a Portugal, y allí, en Lisboa, conoce a la hija de un general liberal exiliado que será el gran amor de su vida: Teresa Mancha. De Lisboa será expulsado a Londres, adonde pocos meses después llegará también Teresa acompañando a su familia. Aquí además entrará en contacto con el Romanticismo inglés, influencia muy importante en su poesía. 

Considerado ya por las autoridades (por todas) como un "revolucionario liberal", se va a París en 1829.  Espronceda participó aquí en los movimientos revolucionarios liberales de 1830 que tomaron las calles en forma de barricadas,  y acompañando a otros liberales españoles, regresa a España en una expedición también revolucionaria que se vio violentamente reprimida, lo que le hace volver a Francia. En 1831 regresa a  Londres, donde se reencuentra con Teresa, a la que su padre había obligado a casarse por razones económicas con un rico comerciante, con el que tiene dos hijos. Espronceda y Teresa planean la fuga: ella tenía que ir a París con su marido, y su amante va allí a esperarla. La noche del 15 de octubre, Teresa abandona el hotel en que se hospedaba con su familia y se fuga con Espronceda (o Espronceda "la rapta", como se decía en la época), abandonando a su marido y a sus dos hijos. Juntos se instalan en París  en lo que será su etapa más feliz  como pareja.

A la muerte de Fernando VII, en 1833, regresa a España. Teresa le sigue pocos días después. Viven juntos en Madrid y tienen una hija, Blanca. Ingresa en la Guardia Real, pero, sospechoso por su liberalismo radical, es desterrado nuevamente a Cuéllar. En esta época empieza su actividad periodística, colaborando con publicaciones de la época y haciéndose muy conocidas sus ideas liberales radicales y republicanas. Tras la segunda guerra carlista, se verá nuevamente desterrado, esta vez a Badajoz, por un gobierno liberal pero cada vez más moderado. Su abierta oposición política a los sucesivos gobiernos le condenan a una vida clandestina en Madrid, en casas de amigos. En sus artículos queda clara su ideología liberal progresista, que defiende mejoras sociales para el campesinado, anima a la lucha contra la opresión y la tiranía, y critica los intereses financieros de muchas medidas tomadas por el poder. 

En 1836, Teresa, con la que ya mantenía una relación tormentosa debido sobre todo a las frecuentes ausencias de él, causadas por su intensa y agitada actividad política, le abandona, dejándole a su única hija, Blanca, para pasar a llevar una vida que fuentes de la época calificarían de "casquivana". El abandono, por supuesto, supuso un amargo trago para el poeta..

También en 1836 y al igual que Larra, Espronceda  fue elegido diputado en unas elecciones que son finalmente anuladas. En 1837 vuelve a presentarse, pero, al no ser elegido, se lanza de nuevo a la lucha subversiva.  En septiembre muere su gran amor, Teresa Mancha, de tuberculosis: un duro golpe que le llevó a escribir su dolorido, intenso e impresionante Canto a Teresa, incluido en El Diablo mundo, largo poema inconcluso. Dicen que Espronceda pasó una noche entera asido a los barrotes de la ventana de la casa donde murió Teresa, contemplando desde la calle el cadáver de la que fue el amor de su vida, que tuvo un entierro de caridad. La joven no tenía ni veintiocho años.

En 1838 se une al movimiento progresista del general Espartero y recorre Andalucía. En 1841 es destinado a los Países Bajos, en donde permanecerá hasta marzo de  1842, cuando es elegido, por fin, diputado por Almería. Pero sólo permanecerá dos meses en el cargo, ya que muere el 23 de mayo, a los 34 años, víctima de la difteria.

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